La violencia contra las mujeres es uno de los males más indignantes del país y al gobierno federal parece no importarle, señala profesor del Tec
Por Pablo Ayala | Formación Ética - 16/03/2021 Fotos Shutterstock

Pablo Ayala | Opinión | Dirección de Formación Ética

Los números no mienten. La violencia contra las mujeres es uno de los males más indignantes que nos hieren, y que ningún gobierno de turno ha podido detener. Ninguno.

Ni los más de dos feminicidios diarios cometidos durante 2020 fueron razón suficiente para acelerar la puesta en marcha de un plan claro y efectivo que pudiera frenar este inexpresable flagelo.

Por el contrario, las energías se drenaron en levantar vallas, festejar el “desenmascaramiento” de los grupos conservadores infiltrados en las manifestaciones, en tratar de convencernos de que esta vez no hubo represión, porque la represión, como método, es cosa del pasado.

Sin duda, López Obrador desperdició una oportunidad dorada para desmarcarse de sus antecesores, recuperar el terreno perdido y, como dice Rita Segato, sepultar a “la madre de todas las violencias”: la violencia de género, la cual, sutil o agresivamente, comienza y se normaliza en casa y se extiende al centro de trabajo.

 

El violentómetro, opinión de Pablo Ayala

 

Y mientras la violencia de género termina por ocupar el lugar que se merece en la agenda presidencial, resulta vital (porque es de vida o muerte) tener a mano recursos como el violentómetro.

El cual, como refiere el Instituto Nacional de las Mujeres, permite “visualizar las diferentes manifestaciones de violencia que se encuentran ocultas en la vida cotidiana, que muchas veces se confunden o desconocen” y que, sin lugar a dudas, podrían ser la antesala de un desenlace fatal.

Las rutas por las que se escurre la violencia de género son cortas y muchas veces sin retorno.

Comienzan con algunas bromas, chantajes, mentiras, se extienden a las culpas, la ridiculización, las intimidaciones veladas o abiertas.

Para luego pasar a las prohibiciones, gritos, empujones, cachetadas, patadas, el encierro en casa, las amenazas, las agresiones sexuales, mutilaciones, hasta llegar a la última etapa: la muerte.

Por ello, mientras el Presidente termina de entender que la violencia no es costo exclusivo de los conservadores, tenga a mano esta liga: http://vidasinviolencia.inmujeres.gob.mx/.

Cuando pueda compártala, porque podría salvar la vida de alguna mujer violentada. 

 

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