Profesora Tec crea proyecto de laboratorio en casa convirtiéndose en una nueva forma de convivencia familiar.
Por Aitana Vázquez | Campus Morelia - 11/02/2021 Fotos Tec campus Morelia, PIXABAY

"Me surgió la idea de adaptar las prácticas de laboratorio para que, en lugar de realizarlas en computadora, las pudieran hacer en su cocina sin la necesidad de estar pegados a la pantalla”.

Así dice María del Pilar Ponce, profesora de ciencias del PrepaTec Morelia, la forma en que creó el proyecto de experimentos en casa con sus estudiantes de primer semestre con materiales que tuvieran en su cocina.

Relata que estas actividades de la materia “Fundamentos de la Vida” se convirtieron en un espacio de convivencia familiar, donde padres e hijos se divertían haciendo ciencia y aprendiendo más sobre los temas vistos en clase.

“No me esperaba que hubiera comentarios tan positivos ante las prácticas en la cocina. Hubo chicos que me dijeron que a sus hermanos pequeños les gustaba hacer los experimentos con ellos y les preguntaban qué estaba sucediendo”, recalca la profesora.

 

Práctica en simulador para aprender el funcionamiento de un microscopio.

 

“Fundamentos de la Vida es la clase favorita de mi mamá, le gustaba mucho hacer los experimentos conmigo y nos divertíamos mucho haciendo ciencia.

"Además los experimentos eran bastante entretenidos y me enseñaban mucho sobre los temas que veíamos”, enfatiza Eugenio Sebastián Loeza, estudiante de primer semestre.

 

Pandemia les cambia la forma de estudiar

Al inicio de la pandemia, los planes de estudio en la materia dieron la oportunidad de probar el hacer experimentos en laboratorios en línea a base de simuladores.

Los simuladores están sitios de Internet donde para imitar las prácticas que se hacían en un laboratorio normal, pero ahora desde una computadora.

Pero llegó la idea de la profesora de realizarlos en la cocina de cada estudiante y con materiales que regularmente hay en casa.

“Cambie la dinámica del simulador a prácticas en casa y me dediqué a buscar materiales que fueran fáciles de conseguir o que fuera muy probable que tuvieran en su cocina”, menciona.

 

Las prácticas se hacían con materiales que se pueden encontrar en la cocina o que son fáciles de conseguir.

 

Los experimentos

Con levadura y azúcar se compararon las respiraciones aerobia y anaerobia al ver la producción de dióxido de carbono para inflar un globo; en otra donde combinaron vinagre con bicarbonato para ver la velocidad de reacción enérgica.

Con manzanas, limones y bolsas de plástico, pusieron a prueba el método científico haciendo una hipótesis y evaluando resultados.

En otro experimento, los alumnos rellenaron dos papas crudas y una cocida con sal y las metían en un recipiente con agua para evaluar porqué en las papas crudas salía agua, conforme a lo que habían aprendido en clase.

La cuarta práctica fue la extracción de ADN de una fruta, donde los estudiantes ponían en práctica sus conocimientos previamente adquiridos para extraer el ADN de una fresa o un plátano.

“Me inspira enamorar a los chicos de la ciencia. Muchos la ven como algo complicado, aburrido y confuso, pero me encanta que ellos se den cuenta que con cosas que tienen en la cocina puedan hacer experimentos y pueden ver que la ciencia es divertida”, manifiesta.

 

Las prácticas eran muy dinámicas y entretenidas y se tenía la facilidad de hacerlas en la cocina.

 

La profesora señala que cuando regresen a clases presenciales, seguirá con este sistema de prácticas de laboratorio, porque le da la oportunidad al alumno de aprender desde la preparación del experimento hasta la evaluación de este.

“Me quedo con la satisfacción de que los alumnos se la pasaron bien y sobretodo que aprendieron jugando en su cocina y tuvieron esas ganas de seguir aprendiendo más, destaca María del Pilar Ponce.

 

 

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