Historias de Éxito

Christiand Assad (MC'04) entiende que la tecnología aplicada a la medicina cambiará por completo la historia del hombre y su salud como la conocemos. Desde sus estudios de medicina en el Campus Monterrey, el originario de San Pedro Garza García creyó que el futuro de su carrera (y de su profesión) no estaba en las salas y cuartos de hospital, sino en el desarrollo de tecnología para ampliar el impacto del quehacer médico.

Inspirado por esta idea, realizó en 2013 la primera operación utilizando la herramienta Google Glass, a partir de la cual desarrolló CPRGlass, una aplicación que busca facilitar y poner al alcance de todo el mundo las maniobras de resucitación cardiopulmonar. Este mismo afán "democratizador" de la medicina lo ha llevado a filmar sus cirugías con cámaras de 360 grados, y a Curely, una plataforma que ayuda a pacientes que buscan especialistas médicos por todo el mundo (más de cincuenta países a la fecha), así como a experimentar con recursos de realidad virtual para potenciar sus objetivos.

Ha sido reconocido por la Sociedad Mexicana de Cardiología por sus aportaciones en torno a los marcadores genéticos de los síndromes coronarios agudos, y aunque ejerce la práctica cardiológica con regularidad en McAllen, Texas, su mira sigue puesta en mejorar la tecnología médica para impactar la vida y recuperar la salud de muchas más personas alrededor del mundo, valiéndose incluso de medios como las redes sociales para difundir y potenciar sus innovaciones:

"Si usas las redes sociales de una manera educada, puedes contactar a diferentes compañías, establecer conexiones y experimentar con diferentes dispositivos [de realidad aumentada]. [...] Filmamos de tal modo que básicamente el individuo que usa la realidad virtual la describe como ser un fantasma dentro de ese momento particular [...] todo está ahí, es como una forma de no tener que viajar para aprender un caso particular. [...] Podemos formar una comunidad para compartir estas habilidades y entenderlas".

Cynthia Villarreal (PrepaTec'95, MC'02) sabe que el conocimiento solo tiene sentido cuando es puesto en función de otros para mejorar sus vidas. En su caso, la incidencia es directa: como profesora-investigadora en el Tec, y Directora de Oncología del Centro de Cáncer de Mama-TecSalud, así como investigadora en el Instituto Nacional de Cancerología, forma nuevos profesionales que salvan vidas y desarrolla conocimientos que luego comparte con ellos y con el resto de su comunidad científica.

Su enfrentamiento con el cáncer es diario y frontal. Una batalla sin tregua por sus pacientes y por el crecimiento de su profesión, que se nutre constantemente de los conocimientos que ella aporta desde sus múltiples roles en las instituciones de las que forma parte, y también desde su propia iniciativa, Joven y Fuerte: Programa de Atención e Investigación de Mujeres Jóvenes con Cáncer de Mama, y desde su vínculo con la asociación Médicos e Investigadores en la Lucha contra el Cáncer de Mama (MILC). Entiende, al final, que solo el trabajo comunitario puede aportar lo suficiente para enfrentar a un enemigo como esta enfermedad.

Ha ganado los premios Miguel Alemán Valdés (área Salud) y Mujer Tec, ambos en 2017; Premio Bienial de FUNSALUD a la Investigación en Cáncer de Mama (2013); tres premios de la Asociación Americana de Oncología; y otro de la Asociación Europea de Oncología. Ha publicado más de setenta artículos indizados y es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel 2.

El sentido humano en el ejercicio de su profesión culmina un camino lleno de éxitos y esfuerzos:

"Creo que la base está, particularmente como médico y en nuestra profesión como oncólogos, en ser empático, honesto. Saber leer al paciente, escuchar y preguntar [...]. También ser neutral, porque si empiezas a sufrir [...] pierdes la objetividad. [...] Lo que hago es investigación clínica, y repercute directamente en el cuidado de las pacientes".

A simple vista, parecería que el récord Guinness obtenido por Víctor Solís (LPO'14) es digno de más curiosidad que admiración: en 2017, obtuvo el reconocimiento al Maratón más Largo corrido Vestido como una Estrella (42 km y 195 metros). Víctor se puso un traje de cartón con la forma de un astro de cinco picos, y recorrió la distancia del maratón de la CDMX en menos de cuatro horas.

Sin embargo, más que el premio alcanzado por Víctor, importa la motivación detrás, aquella que lo hizo posible: diagnosticado con la enfermedad de Lyme desde los 21 años, este EXATEC ha visto en el atletismo, en específico el running, una fuente de salud ante su condición.

Egresado de Campus Ciudad de México, Víctor aún estaba cursando la carrera en el Tec cuando la enfermedad de Lyme le fue detectada, con síntomas como dolor muscular y de articulaciones, pérdida del habla y la vista, imposibilidad para caminar y atrofia muscular a niveles que lo pusieron en riesgo de muerte. Ha declarado que el apoyo de la comunidad del Tec fue básico para salir adelante.

Luego de un tratamiento médico completo, el ejercicio ha sido para él un escape y una alternativa ante el dolor con la cual ha podido prolongar su bienestar y, además, ser un ejemplo para otros pacientes con la condición. Hoy día, corre maratones de diversas ciudades del mundo y además comparte su pasión por la vida, con récords o sin ellos, desde su rol como profesor en el Tec.

“Hay que dejar que la vida te sorprenda y tienes que trabajar en todo lo que tu quieres para tu futuro. Es importante tener pequeños sueños tangibles para que todo ese trabajo que ya realizaste se junte y se cumpla un gran sueño. [...] Nunca es tarde para retomar los sueños [...]. Si te olvidas de esos sueños ¿qué te da vida?”.

Paulo César Lozano (IFI'93) practica la noción de que las mejores ideas solo pueden trascender cuando van aparejadas con buenas intenciones: desde la nanotecnología aplicada a los satélites y la exploración espacial, ha conseguido avanzar en lo que él mismo denomina como la "democratización del espacio", esto es, facilitar para todas las naciones, con costos y dimensiones reducidas, el acceso a otros mundos y rincones en el espacio a través de tecnologías que caben en la palma de la mano y se desintegran solas, lo que además disminuye nuestro impacto al aumento de la basura espacial. Egresado de Campus Monterrey y originario de la Ciudad de México, Paulo ha creído siempre en el valor de la creatividad. Sin ella, difícilmente habría ideas que solucionan los problemas humanos grandes y pequeños. Sabe que la imaginación permite al hombre ir más allá de las fronteras de su propio planeta y conectar.

De su etapa en el Tec, obtuvo la capacidad de análisis técnico y trabajo en equipo, porque la inspiración para las ideas creativas difícilmente sucede en solitario (él mismo obtuvo la idea sobre los nanomotores iónicos observando el funcionamiento de la alimentación en otros seres: las plantas).

Lleno de ideas creativas y trabajando en equipo, Paulo Lozano ha llegado hasta sus roles de Director del Laboratorio de Propulsión Espacial y líder en el Sector Espacial del Departamento Aeroastro, ambos en el MIT. La tecnología de micromotores espaciales aplicada a los satélites que ha creado, conocida como "Q-sat", ha sido transformada en un emprendimiento para su comercialización y desarrollo en diferentes industrias. Él, sin embargo, sigue pensando en que estas grandes ideas sobre creaciones pequeñas trasciendan su laboratorio y generen un impacto en el mundo:

"Mi sueño es poder ayudar a que más gente tenga acceso a tecnología e información valiosa, y a procesos que les ayuden a aprender y desarrollarse mejor en la academia".